Por fin entramos en la burbuja. Hacia calor, mucho calor, por dentro y por fuera. Todo sería cuestión de segundos, pero se me hicieron una eternidad. Aún no me lo creía, no sé si no podía o no quería creerlo.
Pero allí estábamos, después de una cena deliciosa. Deliciosos sabores y de exquisitas texturas ... (la comida tampoco estuvo mal, la verdad) Y de manteles! Hasta manteles hubo, no falló nada, todo había sido perfecto.
Pero ahora todo cambiaba, ya no había gente ni mundo del que escondernos. Ya ningún mantel podría taparme de ti en caso de que quisiera ... pero todo indica que no quise ... Y menos mal ... porque fue maravilloso
Mientras Clark Kent besaba mi piel, Antonio Vega me susurraba al oído y Eva Amaral hacía lo propio contigo ...
Cómo hablar, si cada parte de mi mente es tuya?
Y si no encuentro la palabra exacta
Cómo hablar?
Cómo decirte, que me has ganado poquito a poco?
Tú que llegaste por casualidad
Cómo hablar ...?
Qué más pude haber pedido???
Haber coincidido en el espacio y en el tiempo por algo más de una noche ... pero el visado a Metrópolis es por tiempo muy limitado (demasiado corto, me doy cuenta ahora), pero doy gracias por haber podido disfrutar, aún por tan corto espacio de tiempo, de lo que mucha gente jamás conocerá.
Una vez más, gracias Soledad Jiménez por haber descrito como nadie
Eran sólo dos extraños
Concediéndose deseos como dos enamorados
Que vaciaron sus manos
De desengaños y miedos
Y de afecto las llenaron
Calmaron con fresas su hambre
con vino su sed
Y el frío con su calor
Y sueño venció
La mañana volvió
Y pensaron los dos
Que habrá tras tu mirada
Que tanto oculta y tanto da
Vuelve a la cama a soñar
Que amor que mucho piensa
Verás como comienza
Y entonces pronto acabará
La flor de la mañana hoy
Sembraste en mi ventana
Fingiendo que fingías
Que me amabas
Y prometieron locuras
Y cumplieron las promesas
Y se derramó ternura
Y confundieron sus cuerpos
En un solo abrazo largo
Como dos enamorados
A ti te queda un regusto a cebolla, unos “ojos extraños”, unos labios mullidos y estribillo de “Peces de Ciudad” en el alma y un camisón azul con frases en alemán.
A mí me queda el tacto suave de tus antebrazos, tu mirada perdida en la mía y el rastro de tu barba incipiente en mi piel. Y las ganas de más, claro ... pero eso no te lo puedo confesar, porque yo soy una señora :-)