Parece que son malos tiempos para la lírica y que soplan vientos de cambios. Unos se juntan y otros se separan. Gente que pensaba conocer su pareja, con la que compartía su vida desde hace tiempo, se dan cuenta una mañana que esa misma persona que duerme a su lado es un extraño. Y entonces, por encima de la sorpresa, el enfado, la rabia y el dolor, creo que el sentimiento que permanece por encima de todos ellos, como el aceite en el agua, es el de la decepción.
Disappoint - Enttäuschung - Decepción. Como quieras llamarlo, me imagino que todo el mundo ha sentido alguna vez la suya, de una o otra manera. A grandes o pequeñas escalas. Decepciones familiares, personales, amorosas, profesionales ... Yo he sentido muchas, por desgracia, unas mayores y otras menores, más o menos relevantes, y me consta que últimamente no soy la única. Creo que deberíamos cambiar la letra de la canción a "Disapoint is in the air - everywhere you look around".
Hace poco escribí en uno de los post que había recibido una señal en forma de abadejo. Pues bien, este pez, a pesar de lo fresco que parecía (ya que se suponía que estaba recién pescado) me ha producido una intoxicación. Vómitos y diarreas, aunque solo mentales. No es que fuera intolerancia - últimamente estoy acostumbrada a consumir ciertos tipos de "pescado crudo". Quizás el pez estuviera podrido antes de salir del agua. El caso es que confié en su sabor, en su frescura ... y me decepcionó. Pensé que sería uno de esos sabores a los que al principio te cuesta trabajo acostumbrarte. Le dí otro bocado ... y otro ... y otro ... y al final acabó intoxicandome. Con las ganas que tenía de abadejo, tuve que asumir que no fue una buena elección.

Dicen que "en el comer y el rascar, todo es empezar". Pero es que nos ponemos, nos ponemos ... y no sabemos parar. Lo malo es darse cuenta de dónde echar el freno. A veces nos pasamos la vida luchando contra los elementos, yendo contra corriente como el salmón (la cosa hoy por lo visto va de pescados noruegos), sin darnos cuenta de que hace tiempo que hemos pasado ese mismo punto en el que nosotros mismos diríamos a un amigo que ya todo es inútil. Sin embargo, seguimos dándonos cabezazos contra esa pared que nunca conseguiremos traspasar. Los apenas dos mínimos desconchones que hemos provocado en la pared nos hacen pensar que hay esperanza. Que, a pesar del dolor, merece la pena seguir intentándolo. Que con un par de golpes más conseguiremos hacer un agujero que nos enseñe la luz del otro lado. No sé si la voluntad gana al raciocinio o que tanto golpe en la cabeza nos ha sumido en una enajenación mental (a veces nada transitoria) pero el caso es que nos negamos esa misma realidad que para todos los demás es tan evidente.
Soy consciente de que hay mucha gente que me ha decepcionado y, seguro, muchas más habrá por llegar que también lo hagan. Pero, cuando llega uno de esos momentos, intento POR RESPETO A MI MISMA, no transgredir ciertas reglas, no transpasar ciertos límites, no rebajarme a ciertas cosas ... en tal caso, no sólo me decepcionaría el pez, sino me decepcionaría yo a mí misma. Y eso es lo peor y lo más peligroso de todo.
Cuidado con el pescado, queridos ... miradle la branquia y, ante la duda, de vuelta al fiordo! Uff,que chungo el post de hoy. Lo siento, pero llevo unos dias con la espinita clavada y, aunque sea de esta manera tan sutil, tenía que quitármela.
Hola he vuelto.
Me parece muy bueno el post, curiosamente yo tambien he sufrido unas cuantas decepciones. Sin ir mas lejos la semana pasada, me enrollo con un chico (francés de nacimiento), muestra interés en seguir conociéndome y quedamos en vernos en dos dias, al día siguiente hablo con mi mejor amigo y me cuenta que el "abadejo de turno" intento besarle.
Desde ese momento decido que ya he visto suficiente, cuanto mas tiempo permanezcan en tu vida estos "pescaoooos" menos posibilidades das de que caigán otros en las redes. No les basta con volcar nuestros camiones de frutas, que ahora vienen a derribar nuestro equilibro emocional. No, Bon amour, esta Junquera no la vas a cruzar.
Se podrías definir que es un rollo Fua, me cebo el ego como a las ocas para luego hacer de mis emociones paté.
En fin, que el grado de decepción es proporcional a las expectativas creadas. No obstante, el otro día el psiquiatra Rojás Marcos, afirmaba en una entrevista, que las personas optimistas son más felices: pués alla voy, me seguiré pegando contra la pared, porq de todos esos golpes algo aprendes y sé que llegará alguien que nos permita equilibrar nuestras expectativas con nuestras decepciones.